-¿Pero
tú vas a venir o no?
-No
lo sé. Puede que en casa ya me estén esperando.
-No
tengas tanta prisa, Gonzalo. Nunca has tenido tanta prisa como ahora
aparentas. ¿No será que tienes miedo?
-¿Miedo
yo? No seas majadero.
-Entonces,
¿qué?
-Entonces
nada.
-Me
ha dicho un pajarito que Nico te anda buscando.
-¿Y
qué va a pasar si el Nico me anda buscando?
-Nada,
hombre; pero ya conoces a Nico. No se anda con muchas bromas. Eso tú
lo sabes.
-Y
qué. Tampoco yo bromeo, no te fastidia.
-Allá
tú. Yo no entro ni salgo en tus cosas. ¿Vas a venir entonces con
nosotros o no?
-Ya
te he dicho que no lo sé. Mi padre no está bien desde hace un
tiempo. Mi
madre
casi no sale de su cuarto y a veces se oyen gemidos, como si alguien
estuviese llorando.
-Debe
de ser por lo del cáncer. Dicen por ahí que eso duele de la hostia.
-¿Quién
dice eso?
-Y
yo qué sé. La gente, supongo. Todo el mundo lo dice. No es ningún
secreto.
-La
gente es la leche, macho. ¿Qué coño sabe la gente, que nunca ha
visto ni en pintura a un enfermo de cáncer?
-Joder,
Gonzalo, la gente también tiene familia, no me jodas.
-Pero
no a todo el mundo se le muere el padre.
-A
muchos sí que se les muere.
-Pero
no a todos. Eso es lo que digo.
-Bueno,
¿y tú has visto alguna vez a un enfermo de cáncer, aparte de a tu
padre?
-¿Y
tú? ¿Tú lo has visto?
-Yo
sí lo he visto: yo he visto a Julio "el caricoche". Y a tu
padre.
-Pero
no es lo mismo. Cuando viste a mi padre, aún no se le notaba mucho.
Lo jodido no ha llegado hasta ahora.
-¿Y
qué le han dicho los médicos? ¿Le han visto?
-Los
médicos casi viven en mi casa, chaval. A todas horas pasa alguno. Mi
madre les trae café y todo eso; como si no tuviera ya bastante
trabajo.
-Las
madres siempre están igual: no se cansan nunca. Tu padre... ¿qué
tipo de cáncer tiene?
-No
lo sé. Mi hermano dice que es algo del vientre, de la zona del
páncreas. Un nombre de esos tan raro: pacritis... O no sé qué.
-Será
pancreatitis, animal. Pero eso es una hinchazón del páncreas. El
padre del Juli también lo tuvo. No duró más de ocho meses.
-
...
-Carlos
dice que lo vió. El viejo era amigo de su padre. Dice que tenía la
cara amarilla, amarilla. Y que daba como cosa mirarlo. Le habían
puesto un trapo en la cabeza y aún mantenía los ojos abiertos.
-Quieres
callarte, cojones.
-Pero
bueno. No te pongas así. No lo había dicho para molestarte.
-Es
mi padre. ¿Qué pensarías si te dijeran que tu padre se va a morir
dentro de ocho meses, desgraciado?
-Yo
sólo he dicho que el padre del Juli se murió en menos de ocho
meses, no que el tuyo...
-Pues
eso, mamón. Decir eso del padre del Juli es como decirlo también de
mi padre: los dos tienen la misma cosa.
-...
-Hay
que ver cómo estamos esta tarde, macho. No aguantas nada.
-Es
que estoy hasta aquí,
joder. Hace ya una hora que tendría que estar en casa.
-¿Y
por qué no te vas?
-Pues
porque no tengo ganas. Es una historia lo de tener que aguantar a
todo el mundo. Hay cantidad de gente. Parece mentira la cantidad de
personas que conocían al viejo. Y eso que decían que no tenía
amigos.
-Es
que la gente sólo se acuerda de los muertos cuando la han palmado.
-Natural.
Antes de palmarla ninguno estaba muerto, no te jode.
-Me
refiero a que la gente...
-Ya
lo sé, hostia. Me he coscado. Pero la verdad es que eso es así: ni
Cristo se acuerda de uno cuando le hace falta. Porque después de
muerto, tú me dirás.
-Después
de muerto es también una historia bien jodida.
-¿Tú
crees que hay alguna cosa después de...?
-¿Muerto?
-Sí.
-No.
Yo no creo que haya ninguna cosa después de muerto. Después de
muerto tan sólo se te papean los gusanos. Eso es algo inevitable.
Hasta el cura lo dice. Todos lo dicen.
-El
cura no dice nada de eso. No te inventes historias.
-El
cura lo ha dicho. Mi viejo lo ha oído, chaval.
-
...
-Pero
¿estás seguro? ¿Nada de nada? ¿Los gusanos y se acabó?
-Pues
claro, joder: los gusanos y se acabó. Ya te lo he dicho.
-Entonces
¿para qué coño vivimos?
-No
me seas subnormal, joder. Pues vivimos para estar vivos y todo eso.
Es evidente.
-Para
estar vivos y todo eso. Eso es un motivo jilipollas.
-Eso
es un motivo como otro cualquiera. Y es un motivo principal además,
para que te enteres.
-Pues
a mí me parece un motivo ridículo. Si estamos aquí será para algo
más, digo yo.
-Será
para joder la marrana, no te fastidia. ¿O para qué crees tú que
estemos aquí, capullo?
-Qué
sé yo. ¿Para cascárnosla?
-Sí,
hombre. Para cascártela estarás tú, marrano, que siempre andas en
el váter.
-Como
que tú no te pasas todos los días también por él, no te fastidia.
-Pero
yo no estoy todo el santo día como un mono ahí, dale que te pego.
-
...
-¿Pues
sabes lo que te digo? Cuando me muera prefiero que me quemen. No me
hace mucha gracia todo eso de los gusanos.
-Eso
de los gusanos es como otra cosa cualquiera. ¿O te crees tú que te
ibas a enterar de algo?
-Raúl
dice que hay gente que se despierta después de muerto...
-Eso
es una tontería. Nadie se despierta después de...
-...
y que cuando abren la sepultura, por lo que sea, se lo encuentran
ahí, con las uñas clavadas por la cara...
-Ya,
no te fastidia... ¿Y por qué lo enterraron entonces, si estaba vivo
todavía?
-...
y los pelos arrancados a mechones...
-Pero
si te queman será igualito, capullo.
-Si
te queman, entonces sí que te matan en serio.
-¿Y
si te das cuenta de que te están quemando, como lo que dices tú de
la sepultura?
-Yo
no digo nada de las sepulturas.
-¡Anda
que no! Estabas diciendo que hay gente a las que se las entierra
vivas.
-Yo
sólo digo que Raúl lo ha oido. Y su hermano también.
-El
Raúl es un puto idiota, macho. Y su hermano, también.
-...
-Hostia
tú, ¿no es ése el Quico?
-¿Cuál?
-Ése.
El que está entrando ahora mismo en tu casa.
-Eso
parece.
-Pues
qué quieres que te diga. No es un buen rollo, precisamente.
-Bah,
no creo que sea nada importante.
-Mira.
Ha venido también el cura con Miguel Ángel, el monaguillo. Yo que
tú me iría para allá echando leches. No me fió un pelo, Gonzalo.
-Pero
qué dices, chaval...
-Venga,
macho, que ahí sacan a tu madre. Tiene que estar pasando algo gordo.
-...
-Creo
que te llaman. Espera. Ahí viene don Francisco. Bueno, me abro,
chaval. Nos vemos luego, ¿vale?
-Tú
debes de ser Gonzalo Alba Berenguer, ¿no es eso?
-...
-¿Sabes
quién soy yo?
-Don
Francisco, el boticario. Creo que eras amigo de mi padre.
-Así
es. Te conozco desde que eras así de pequeño. Te he cogido muchas
veces en brazos. Pero tú no te acordarás; fue hace mucho tiempo.
Antes de que tuviera que irme a Madrid. Has cambiado mucho en todos
estos años, ¿sabes?
-...
-¿Sabes
lo que ha pasado?
-Es
por mi padre, ¿verdad?
-Mira,
Gonzalico, hijo, voy a contarte un secreto: a esta vida se viene sólo
a sufrir. Para qué vamos a engañarnos. Pero tu padre ya
ha
dejado de hacerlo...